Mi padre, Julio, gran aficionado a los caballos desde niño, estuvo taqueando por primera vez con su PRE, «Gallardo», y nos dio una lección a todos los presentes, que nos quedamos con la boca abierta, tanto por la soltura y habilidad del jinete como la del caballo.
Y en verdad, siempre decimos que para jugar al polo hace falta caballos de polo, pero «Gallardo» ayer nos soprendió. Nunca se deja de aprender en este mundo. Papá, enhorabuena, eres un ejemplo.