Hace tiempo que quiero escribir sobre mi buen amigo Vicente Garrido y agradecerle todo lo que ha hecho por mí. Y quién es Vicente Garrido en mi vida hípica?
Pues todo se remonta a mi infancia cuando aprendía a montar a caballo en la finca de mis primos en Alcazarén. «Luguillano» tenía una pequeña finca de ganado bravo en donde íbamos todos los primos a montar en aquellos jamelgos que nos divertían tanto. Con monturas vaqueras, bocados oxidados y caballos de campo sin cepillar en años, aprendía a disfrutar de un buen paseo por el campo. Poco después uno de mis primos, Oscar, empezó a practicar equitación en Vitoria y comenzó a saltar. En una de mis visitas a la familia allí en Vitoria, recibí mi primera clase de equitación, en un club que se llamaba Izarra. Me quedé enganchado, pasé unas barras en el suelo de aquel picadero, y no quería bajarme. Al día siguiente, no quería hacer otra cosa más que volver a montar y saltar aquellas barras del suelo. Como era lógico, no tenía ni idea, no sabía ni colocarme, ni apretarme, ni manejar al caballo, pero allí estaba, con mi inconsciencia, intentando hacer lo que hacía todos los de mi alrededor.
A las pocas semanas, enero de 1994, volví a Vitoria y estuve montando unos días. Me dajaron un caballo que se llamaba «Osiris», un angloárabe, un poco caliente, que todos en valladolid conocen. En aquel viaje pasé mis primeras cruzadas, y tuve mis primeras colgadas y adelantones. Todavía hoy me sigue pasando.
Me enganché tanto a aquel caballo y aquella disciplina, que nada más volver a Valladolid, no puede esperar, empecé a dar clases con Antonio Rivas en Sotogrande . Estuves 5 meses aprendiendo equitación, con el que para mi es el mejor profesor de iniciación y perfeccionamiento. Antonio, con su bigote, y su cariñoso trato, me enseñó con paciencia y optimismo, y siempre confió en mi. En mayo del 94 mi tío Michel, me regaló a «Osiris», y vino a Sotogrande, ahí comenzo todo. Pirulo y Reyes se portaron conmigo como si fuera un hijo, me acogieron y cuidaron, y cuando cambié de cuadras, me dejaron la puerta abierta, para cuando quisiera volver.
Continué dando clase con Rivas, cuando pensó que estaba para empezar a competir en salto, fue honesto y honorable y me dijo que debería cambiar de profe y continuar con otro. Y pensamos con quien? Con Vicente Garrido, es el mejor!!!. Pues dicho y hecho, el fin de semana siguiente, recuerdo había consurso en la Hipica, y había caballos calentando en la pista de ensayo de Soto. Se acercó Antonio conmigo montado en Osiris, para presentarme y pedirle que me diera clases.
Y alli estaba «Rinti», con un facha estilizada y su voz característica, pegado a los reparos. Antonio se acercó y le dijo que tenía un alumno que quería empezar a dar clase con él. Rinti me miró, así de medio lado, y me dijo: Chaval, vente a la cruzada. Di un par de cruzadas, verticales, y fondos bajitos, sin calentar ni nada. El «Osiris» se escapó un par de veces, y yo lo hice fatal. Y Rinti dijo a Antonio: Dile que dome al caballo y que le cure, y después de eso puede empezar a montar conmigo.
Y así hice, vino Jaime Goyoaga a tratar al caballo y en 6 meses estaba sano como una pera. Despues comencé a dar clase de doma clásica y el caballo mejoró muchísimo. Competí en doma clásica y aunque acabé aburrido de la disciplina, me enseñó mucho, y hoy trabajo los caballos como aprendí entonces. Pasó todo el año 94 y 95 y la mejora del caballo fue increible pero ya era hora de volver a lo que me gustaba. Cuando veía a Vicente por Sotogrande, me decía que cómo hacía doma, que le daba grima. Y yo me reía y le decía que en breve empezaría a saltar.
A finales de 1995 empecé con Vicente a dar clase de salto, y mi disfrute a caballo cambió radicalmente. Era lo mas divertido que había hecho en mi vida. Empezamos con los sociales de la hipica, los territoriales, y en seguida la competición fuera de valladolid. Zaragoza, Cantalejo, Aguilar de Campoo, Ponferrada, y un largísimo etcétera de competiciones, viajes, clases al medio día que Vicente nunca llegaba, campeonatos llenos de nervios, exítos deportivos, y sobre todo buenos ratos. Con Vicente aprendí qué es la competición, aprendí que sin competición no tiene sentido el trabajo y esfuerzo diario, conocí a todos los grandes jinetes que me iba presentando, adquirí mucha cultura hípica, me abrió las puerta de Madrid y de mi siguiente profesor y etapa y sobre todo se forjó una gran amistad, de la que estoy muy muy orgulloso. Vicente has sido generoso conmigo, y te estoy muy agradecido por todo.
A finales de 1998 marché para madrid por temas de estudios, y Vicente me abrió las puerta de Madrid. Me dijo: Dime con quien quieres montar, y montarás en su casa. Puff que dilema, con quién quiero montar de Madrid, si todos son buenísimo, si tengo poster de cada uno de ellos saltando, si les admiro y me sé sus video de memoria. Pues bien una noche de entre semana a eso de las 23,30 o así, yo ya estaba en la cama. Y llamó mi padre a casa y dijo: dile a Eduardo que si quiere conocer a Alfredo Fernandez Durán que baje que estoy con él y con Vicente en el Dublin. Me levaté como un Sputnic, me vestí, y allí baje. Ahí estaba, con un gintonic en la mano y contando historietas. Me quedé omnubilado, y me preguntó que si quería montar con él en madrid, que a finales de año que fuera a su casa con los caballos y empezábamos. Guau, que alegría, era el mejor, era el top y yo podía montar con él. Casi no pude dormir. Y a medida que pasaron las semanas y se acercaba el final del año, me ilusuionaba más con ir a madrid.
La primera clase con Alfredo fue en el Príncipe de Asturias, noviembre de 1998, Alisson de Boheme se paró en el 1 de una prueba de 1,15 m. No fue un buen comienzo, pero trabajamos mucho todo el invierno, y en abril del 99 quedadamos plata en un internacional de Juveniles a 1,40 en el SEK. Que progresión, era espectacular. Con Alfredo la competición era más aun, el porqué de montar y el porqué de esforzarse. Pero la competición era también la clasificación, quedar entre los 10 primeros todos los días y con todos los caballos. Eso es competir. Y de esta época que voy a decir. Ha sido la época de los exitos mas importantes, dos medallas consecutivas en CTO de España de JJ, Bronce y Oro en 2001 y 2002. Una época preciosa, alegre, y llena de experiencias buenas. Buenos amigos por el camino, como Juan y Diana Carrillo, Malen Jaume, Susana Ridruejo, Zipi, Juanito de Mesa, Carlos Domínguez, Alfonsito Ussía, Ana Torres y Palomita Villaamil. Y por supuesto Alfredo, mi mentor y mestro y su encantadora familia, Mauri y Carmen, y todos.
También mencionar a mis amigos Javi y Nano, en cuya casa pasé varios años montanto, y a los que tengo mucho que agradecer, puesto que se portaron comingo fenomenal.
Aquella época se terminó, bajo mi pesar, y regresé a Valladolid con la mochila cargada de buenos recuerdos y amigos que todavía matengo. Qué tiempos !!!!! Y ahora a seguir en este bonito mundo… pero en mi casa, con la compañía de clientes y amigos nuevos, y sobre todo de Marta de Benito. La Colaga se ha convertido en la fuente de mis alegrias. Estaís todos invitados.
Pero no me gustaría terminar este recordatorio sin hacer una mención especial a mis padres, que evidentemente, sin ellos nada de lo sucedido hubiera pasado. Sin su esfuerzo, paciencia y dedicación, no estaría encima de una caballo. Por lo tanto a los dos, Nanda y Julio, GRACIAS.